LA ANTROPOSOFÍA DE RUDOLF STEINER. UNA PROPUESTA PEDAGOGICA QUE INTEGRA EL DESARROLLO FÍSICO Y ESPIRITUAL DEL SER HUMANO.

Karen Rodríguez Rodríguez
13 min readNov 4, 2020

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En la pedagogía he encontrado el camino para estructurar una idea de la que soy partidaria y que he ido fortaleciendo a través de mis estudios en licenciatura en artes visuales y se trata del arte como camino ideal para aprehender el mundo y para restituir al ser humano su esencia, fragmentada por siglos debido los vaivenes que ha tenido la evolución del pensamiento de la humanidad entre razón y emoción, arte y ciencia, cuerpo y alma, materia y espíritu, ciencia y religión.

A lo largo de este ensayo abordare la pedagogía propuesta por Rudolf Steiner dentro de la Antroposofía, una manera de ver la vida integradora, resultado de la consolidación de su profundo estudio de la humanidad y que tiene presencia como ciencia espiritual, como arte y como impulso social. Elegí esta pedagogía porque surge como una alternativa a la labor educativa articulada a la industria de la era de la razón, el triunfo de las ciencias aplicadas, que, al dar preponderancia al intelecto, descuido la sensibilidad y así, la integridad del ser humano. Steiner propone una educación integradora que permita al ser humano ya sea desde sus primeros pasos en el mundo, ya sea como camino de retorno a su Ser, conocerse a sí mismo como integrante del universo capas de vivir su libertad, y recuperar la soberanía de sí mismo.

Considero conveniente dilucidar previamente dos de las doctrinas epistemológicas que giran en torno al origen del conocimiento y que han sido, cada una a su vez, una de las conquistas más importantes en la evolución del pensamiento humano: el empirismo y del racionalismo. Expondré la esencia de cada una de ellas buscando establecer un marco para hablar de una de las tantas alternativas de renovación pedagógica que buscan la formación de una humanidad que pueda vivir en armonía, en esta ocasión la propuesta por Rudolf Steiner.

EL ACTO DE APREHENDER

Mucho se ha dicho acerca de la manera en que el ser humano aprende el mundo en el que vive. Este es un proceso esencial que ocurre gradualmente y hace parte de un desarrollo integral de la persona, y que configura la manera de ver y de actuar en el mudo desde el momento en el que salimos del útero de nuestra madre, hasta el último momento en el que permanecemos en este plano, influyendo sobre nuestros valores, las decisiones que tomamos, nuestras creencias y preferencias.

Por naturaleza el ser humano trata de interpretar el mundo que lo rodea, conocer las leyes que regulan sus procesos y explicarse su razón de estar vivo –en unos más que en otros–. El conocimiento es por tanto obra de la experiencia del ser humano, de la forma como se relaciona con las cosas y de la manera como se interrelaciona con el otro; por ello, el conocimiento es inconcebible sin el lenguaje; es el producto de la interacción del hombre con su medio. En este proceso, el ser humano refleja en su cerebro las condiciones características del mundo circundante; sin embargo, éste no es un reflejo simple, inmediato y completo, y opera en ese proceso la interacción dinámica de tres elementos en desarrollo y movimiento: la naturaleza, el cerebro humano y la forma de reflejo del mundo en el cerebro humano (los conceptos, las leyes, las categorías). El origen del conocimiento está en la misma actividad práctica del hombre: cuando éste entra en relación con la naturaleza y la sociedad, tiene la posibilidad de aprehenderlas.[1]

Es de rescatarse en ese proceso la intervención de los sentidos, dado que son estos lo que condicionan la percepción del mundo[2]. La cuestión gira ahora en cómo se estimulan estos, y cuál es su papel en los procesos de aprendizaje que tiene lugar en la educación que en sus primeros años de vida tienen los seres humanos. Aquí es fundamental la labor que cumple el arte para permitir un panorama integral de habilidades en los primeros años de vida del ser humano, pues el intelecto o la sensibilidad son los estandartes de la mayoría de las instituciones de educación –hablo aquí de educación pública, occidente y con más especificidad, comunidades en vía de desarrollo–, pero solo uno de los dos.

En nuestros sistemas educativos la sensibilidad ha sido relevada de su elemental presencia en el proceso del conocimiento del mundo, y al cual le daría yo predominio sobre cualquier otro factor que pueda intervenir. El arte. Respecto a esto, debo aclarar, sin embargo, que esta inclinación radica en mi propia experiencia, en mis años de estudiante de la educación básica y secundaria, de clase media y baja a la cual pertenece la mayoría de la población Colombia y me atrevo a decir, de la población de los países en vías de desarrollo, la cual en su preocupación por formar ciudadanos para el progreso, deja vacíos y trastornos en el desarrollo del Ser, resultados que se pueden observar en la descomposición social y falta de Amor por sí mismo, por el otro y sobre todo por del medio ambiente.

Yo he aprendido a través de la razón, de mi intelecto y también lo he hecho a través de mis sentidos, mi sensibilidad. En la educación básica media, de la cual participé, se estimula el uso y el refinamiento de la capacidad racional –aunque esto no sea así en la teoría–. Se trata de una educación que prepara ciudadanos idóneos para integrarse a la sociedad de consumo, a la producción de bienes y servicios, como se la articuló desde la etapa de la revolución industrial para satisfacer la demanda de personas capacitadas técnica e intelectualmente para las ciencias como motor de la sociedad. Aquí el énfasis se hace en saberes técnicos del área industrial, del área comercial y del área de la salud. En contraposición se descuidan las áreas de las humanidades, siendo más específica, el desarrollo y la conciencia de la sensibilidad y el conocimiento de sí mismo de manera integral, aspectos que, si no se tocan de manera desorientada, se tocan superficialmente. Y lo que hace aún más grande la distancia: la idea de separación –a un nivel inconsciente incluso– entre las ciencias y las artes.[3]

EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO

¿A través de que, se llega al conocimiento de las cosas? ¿Qué es lo que le permite al ser humano conocer? ¿Se trata de los sentidos? O ¿más bien del intelecto? Conviene en este momento dilucidar de manera sintética, entre dos de las corrientes que explican el origen del conocimiento, el empirismo y el racionalismo, y finalmente una tercera donde se superan las fronteras de las dos anteriores.

La doctrina epistemológica que sostiene que la fuente principal del conocimiento humano reside en el pensamiento, en la razón o en sus estructuras mentales a priori es el racionalismo. La validez y la superioridad de las verdades que se sustentan en la razón, radica en que son absolutamente universales, necesarias e indudables, dado que lo contrario es lógicamente imposible.

La idea de la razón es el único órgano adecuado y completo como medio de conocimiento, radica sobre dos supuestos fundamentales[4]

  1. Nuestro conocimiento puede ser construido deductivamente a partir de ciertas ideas y principios evidentes.
  2. Estas ideas y principios son innatos al entendimiento, éste los posee en sí mismo al margen de toda experiencia sensible.

Por otra parte, la doctrina epistemológica que sostiene que la fuente principal del conocimiento humano reside en la experiencia es el empirismo. Los empiristas usan con frecuencia una metáfora tomada de Aristóteles, la de la tabla rasa: el alma es “como una tablilla en la que no hay nada escrito”.[5] Se parte aquí, de la idea de que cuando nacemos, nuestra mente es como una página en blanco que se va rellenando con los datos que obtenemos a través de los sentidos, por lo tanto se niega cualquier tipo de conocimiento a priori de la razón. La validez y la superioridad del conocimiento basado en la experiencia, se sustenta en que podemos examinar o confirmar nuestras afirmaciones contrastándolas con la información que nos proporcionan los sentidos.

Ahora bien, al revisar la teoría del conocimiento desarrollada por el filósofo alemán Immanuel Kant, se encuentra una crítica a las facultades del conocimiento y se constituye en un intento de superación de las dos corrientes anteriores. Se trata del Apriorismo o criticismo Kantiano. El problema que se plantea Kant es el siguiente: ¿puede el conocimiento ir más allá de los límites de la experiencia? ¿Podemos conocer aquello que no podemos experimentar, aquello acerca de lo cual no es posible dato empírico alguno? Su afirmación básica es que el conocimiento es el resultado de la síntesis de las facultades cognitivas innatas que posee el individuo, partir de los datos obtenidos gracias a la experiencia.

El conocimiento, para ser válido, tiene que partir de la experiencia, de la materia prima que proporcionan los sentidos, no obstante, hay “algo” en nuestro conocimiento empírico del mundo que no procede de la experiencia, sino que se encuentra a priori en el ser humano. Son las estructuras espacio-temporales y ciertas categorías como causa y efecto, substancia y accidente, posibilidad, realidad, las que permiten el ordenamiento y la unificación de los datos de obtenidos a través del sistema sensorial. El proceso de conocimiento que se realiza a distintos niveles desde las diferentes facultades cognitivas del sujeto seria este: sensibilidad, entendimiento y razón.[6] Es importante destacar que la filosofía idealista propuesta por Kant tuvo una importante influencia en la conformación del pensamiento antroposófico de Steiner, al igual que la de otros filósofos idealistas alemanes.

LA PEDAGOGÍA WALDORF

Considero la pedagogía Waldorf de Rudolf Steiner un ejemplo idóneo, aunque no el único, donde las facultades humanas que intervienen en el proceso del conocimiento disputadas entre el empirismo y el racionalismo quedan integradas y son aplicados a una manera diferente de entender al ser humano desde su desarrollo físico y espiritual y al universo: La Antroposofía, “El conocimiento superior”

Steiner intuía que el principio activo que mueve el pensar es el espíritu, y por lo tanto era absolutamente necesario emprender un riguroso estudio de la naturaleza para tener un punto de vista científico sobre el mundo espiritual. Conocedor y partidario del idealismo de autores clásicos alemanes como Nietzsche, Kant, Fichte, Hegel, Schelling, refirmo allí su creencia de que el ego vive en el mundo de los espíritus y su realidad es el único punto de partida de que disponemos para su conocimiento, por lo tanto, si queremos descubrir lo espiritual en la propia conciencia, debemos observar su actividad.[7]

En su búsqueda por reivindicar al espíritu como integrante de la realidad humana y cósmica, Steiner tenia plena conciencia de la incomprensión a la que se enfrentaba, pues el mundo entrenado durante siglo para separar rotundamente la ciencia de la religión, la materia del espíritu, no aceptaba esta integración.

“Steiner no fue más místico que Albert Einstein… fue en primera instancia científico, pero un científico que se atrevió a adentrarse en los secretos de la vida misma”[8]

Steiner se propuso como objetivo eliminar las fronteras entre arte y ciencia, llegando a un estado superior de conciencia de la humanidad en donde la unión del conocimiento científico con el conocimiento espiritual proponen una renovación total de la mentalidad humana aplicable a todos los aspectos del desempeño humano, justo en un momento donde el triunfo del imperio la razón manifestada en la expansión de la industria y el fortalecimiento de la sociedad de consumo, empieza a mostrar sus carencias, sus debilidades, sus desequilibrios. Una época en la que la racionalidad humana de occidente queda expuesta en la primera guerra mundial y los desastres que trajo consigo en occidente.

A pesar de que la ciencia espiritual de Steiner tuvo aplicación en diversos campos, como la medicina, la agricultura, la arquitectura, la organización social, el arte y la pedagogía[9], para los intereses de este ensayo, se revisará su metodología educativa.

Alrededor de los últimos años de la segunda década del siglo XX, el director de la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria en Stuttgart Alemania, Emil Molt, seguidor de la antroposofía, comprometido con la dignidad de los trabajadores de su fábrica, invita a Steiner a crear una escuela basada en nuevos conceptos y a desarrollar un arte de educar. Steiner asumió la dirección de la escuela y la formación de los maestros y la creación de los primeros ciclos educativos para la formación de profesores en pedagogía Waldorf.

Las premisas sobre las cuales se deben fundamentar los educadores se pueden resumir en las siguientes:

  1. No busca imponer exigencias ni programas, se trata es de describir la naturaleza del niño, pues de la esencia del ser humano en crecimiento surgirán naturalmente los criterios para su educación.
  2. No se debe buscar la respuesta a ¿Qué necesita el ser humano para cumplir su rol social? Sino más bien: ¿Qué potencial hay en él y que se puede desarrollar?
  3. La juventud no debe creer en la verdad del educador, sino en su personalidad. Debe percibir que el maestro está en una búsqueda y despertarla en ellos.
  4. La meta del educador debe ser la libertad del individuo
  5. El educador debe estar permanentemente abierto a seguir aprendiendo de la vida, de los niños.

“Para educar hay que autoeducarse toda la vida. Solo el maestro que se compromete encontrara alumnos comprometidos”[10]

  1. La enseñanza no debe imponer ninguna ideología, ni política, ni religión, ni siquiera la antroposofía.

De la metodología empleada en las escuelas, de la cual soy partidaria, voy a resaltar los puntos que considero más relevantes en la formación del ser humano en sus primeras etapas de vida, a partir de la pedagogía Waldorf descrita por Lia Tummer[11]

  1. La presencia del arte va más allá de las materias propiamente artísticas, también confiere a toda la enseñanza y al ambiente escolar en general una cualidad estética y creativa. Pasando por todos los temas y todos los aprendizajes, se tiende a modo de hilo conductor una relación vital con el color, la forma, las texturas, los sonidos y el ritmo, que dará plasticidad a los sentidos y a la sensibilidad del niño. Lo que se quiere no es precisamente la formación de artistas, sino la formación de seres humanos creativos y libres.
  2. La enseñanza de la lengua materna y de dos idiomas extranjeros desde el primer grado, basada principalmente en la narración de cuentos, canciones, recitaciones y representación de obras de teatro, pretende crear una relación viva con la palabra y la sensibilidad para con otras culturas.
  3. Se trata de evitar al máximo, medidas coercitivas externas: en las clases inferiores no existen notas ni exámenes, ni repetición de grados. Tampoco existe el concepto de mejor alumno: la evolución de cada estudiante se observa en función de sus propias capacidades. Al final del periodo cada maestro debe escribir una minuciosa caracterización del estudiante en un boletín que se entrega a los padres.
  4. Con el objetivo de que los niños vivencien las tareas básicas que satisfacen las necesidades del individuo como proporcionarse alimento, vestimenta y vivienda, se les enseña a cultivar la tierra. Durante el tercer grado, los niños aran y preparan la tierra, siembran trigo, lo cosechan manualmente, lo trillan, lo muelen y finalmente amasan su propio pan. Igualmente, aprenden a tejer abrigos y entre todos realzan una construcción.

*

A modo de conclusión, considero muy apetecible para las sociedades y aun mas, para la humanidad las características con las que se aspira salga el ser humano a la vida, luego de pasar por una formación escolar como la Waldorf, que logre cimentarle las bases para vivir una existencia consiente como ciudadanos del universo, reconociendo que hay mucho de mi idealización en la siguiente descripción:

Se trata de personas que han aprendido a aprender, personas con suficiente creatividad como para trapazar las barreras que siglos de historia han petrificado en la tradición y el conocimiento convencional, como para ser facilitadores de la evolución de la humanidad. Personas con interés cálido y abierto hacia todo lo que nos rodea como seres vivos, hacia el sufrimiento y la alegría de sus semejantes y hacia todo aquello que circunda la sensibilidad. Personas que confían en sí mismas y que a través de la experiencia del mundo y del entorno social se encuentran a sí mismas y al grupo que corresponde a su misión en el mundo. Personas libres, socialmente solidarias y humanamente valiosas.

No obstante, no puedo ignorar un aspecto que me inquieta y a la vez me impulsa a trabajar por una transformación:

Se trata del contexto en el cual tuve mi educación básica primaria y secundaria y el de la mayoría de los seres humanos que habitan países en vías de desarrollo, donde el factor educación está lejos de lograr lo mencionado anteriormente, donde las personas que salen al mundo, salen a la supervivencia en una sociedad que heredo una concepción occidental del universo, una educación supeditada al sistema de producción capitalista, y a una concepción católica de la espiritualidad, que significa más una atadura espiritual que otra cosa y la visión del arte y la sensibilidad como aspectos separados de la vida cotidiana.

Soy una firme creyente de que un panorama así, está esperando ser transformado en la medida en que las personas que tienen en sus manos la educación de los más pequeños, también se transformen, es decir, se reeduquen en el retorno a un estado natural del ser humano, que permita avivar el Amor por sí mismo, y así mismo, el Amor por el otro y por la Tierra y que es posible tras el emprendimiento de un camino espiritual o como se le quiera llamar en el que la persona esté dispuesta a retomar las riendas de su libertad, de su soberanía, y se haga responsable de sus pasos por este mundo. Y al decir hacerse responsable de uno mismo, me refiero a abrir la consciencia, a reflexionar sobre lo que uno está haciendo en la vida y sobre todo ser supremamente sincero con uno mismo.

[1] Chamorro B. Clara; Marulanda S. Jairo. “Metodología de la Investigación”. Programa de Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto de Estudios Ambientales. Universidad Nacional de Colombia. Artículo en línea disponible en http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/IDEA/2007219/html/contenido.html Consultado el 1 noviembre de 2013.

[2] Salmerón, I. N; Almería A. “Teoría del conocimiento”. Artículo en línea disponible en :

http://profeblog.es/paco/category/teoria-del-conocimiento/ Consultado el 1 noviembre de 2013.

[3] Trilla, j. (coordinador). “El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI”. España. Graó editorial. 2005

[4] Salmerón, I. N; Almería A. “Teoría del conocimiento”. Artículo en línea disponible en :

http://profeblog.es/paco/category/teoria-del-conocimiento/ Consultado el 1 noviembre de 2013.

[5] Salmerón, I. N; Almería A. Ibíd.

[6] Salmerón, I. N; Almería A. Ibíd.

[7] Sinaga, Fernando. “Rudolf Steiner, El arte y la ciencia espiritual”. En Revista Arte y Parte. Número 89, oct — nov 2010. Pp. 14–33.

[8] Tummer, Lia. “Antroposofía para principiantes”. Buenos Aires, Era Naciente SRL. 1999. Pág. 11

[9] Tummer, Lia. Ibíd. Pág. 9

[10] Tummer, Lia. Ibíd. Pág. 137.

[11] Tummer, Lia. Ibíd. Pp. 143–147

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Ayan, Steve. “Los orígenes de la antroposofía”. En Revista Investigación y Ciencia, Mente y Cerebro. Número 59, mar — abr 2013. Pp. 88–92.

Chamorro B. Clara; Marulanda S. Jairo. “Metodología de la Investigación”. Programa de Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto de Estudios Ambientales. Universidad Nacional de Colombia. Artículo en línea disponible en http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/IDEA/2007219/html/contenido.html Consultado el 1 noviembre de 2013.

Geymonat Ludovico. “Historia del pensamiento filosófico y estético” siglo XX (I). Barcelona, Ariel filosofía. 1984. Volumen VII.

Jaramillo U. Jaime. “Historia de la pedagogía como historia de la cultura”. Bogotá, Cooperativa de profesores de la Universidad Nacional de Colombia, Centro de Investigación y Educación Cooperativas. 1978.

Piulats Riu, Octavi. “La teoría del conocimiento de Rudolf Steiner”. En Thémata. Revista de filosofía. Número. 39, 2007 Universidad de Barcelona. Pp. 559–566.

Salmerón, I. N; Almería A. “Teoría del conocimiento”. Artículo en línea disponible en: http://profeblog.es/paco/category/teoria-del-conocimiento/ Consultado el 1 noviembre de 2013.

Sinaga, Fernando. “Rudolf Steiner, El arte y la ciencia espiritual”. En Revista Arte y Parte. Número 89, oct — nov 2010. Pp. 14–33.

Tummer, Lia. “Antroposofía para principiantes”. Buenos Aires, Era Naciente SRL. 1999.

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